Por: Haidy Sánchez Mattsson
Habitualmente, cuando se inicia un año nuevo, los ciudadanos de una ciudad normal, donde quiera que esté ubicada, tienen muchas expectativas, se crean ilusiones y suelen ser optimistas. Pero, paradójicamente, eso no es lo ocurre en el departamento del Chocó, porque la gente inaugura el año con lo mismo de siempre: amenazas, extorsiones, hurtos, asesinatos de jóvenes, artefactos que explotan en casas de personas que se encuentran amenazadas por grupos criminales, desempleo, vías en pésimas condiciones, el hospital de segundo nivel de la capital del departamento en saldo rojo, comunidades indígenas confinadas a causa de incursiones de grupos armados, en fin, ¡todo un coctel de desgracias que difícilmente conllevan a sus habitantes a estar positivos ante la compleja situación que vive la región!
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Haciendo un balance del año 2021, se percibe con claridad que el deterioro social y económico fue lo que sobresalió en el departamento. Grosso modo, se evidencia que no muchos municipios de esta región olvidada tuvieron un impacto positivo ni alcanzaron muchos logros desde la gestión administrativa. Sin embargo, un pequeño grupo de alcaldes sacó la cara por el departamento. Contradictoriamente, la gestión realizada en el municipio que más presupuesto suele recibir, Quibdó, capital del departamento, no impactó, ni se pudo tomar como un referente. Fueron más bien municipios pequeños, con menos presupuesto, donde sus alcaldes pudieron, contra todos los pronósticos, finalizar el año 2021 con un balance favorable.
Se percibe, con mucha tristeza y preocupación, que una cantidad significativa de megaproyectos siguen aún “durmiendo el sueño de los justos” en los anaqueles del Congreso de la República de Colombia, porque no se toman decisiones acertadas y oportunas por parte de la dirigencia regional, municipal, ni tampoco por el lado de algunos congresistas. Personajes estos que, en ocasiones, dan la impresión de haber olvidado que han sido elegidos para trabajar y cambiarle el rumbo al Chocó, y de esta manera aportar a la disminución de los altos indicadores de pobreza y atraso de la región. Así las cosas, se observa un entrabamiento entre quienes tienen el poder y no deciden y quienes exigen pero lo hacen de manera muy débil, perdiendo así templanza.
Frente a esto, la población civil debe exigir que se genere un verdadero cambio, donde se creen espacios para la buena práctica democrática, para que iniciativas frescas y renovadoras en la política de la región logren llegar al gobierno, pero que principalmente estas iniciativas, espacios o líderes no sean vencidos por la corrupción, las amenazas y la deslealtad, sino más bien por los argumentos profundos, cargados de soluciones y propuestas ajustadas a las necesidades de la región. Es indiscutiblemente urgente diseñar una ruta que permita pasar del caos y el desgobierno al orden y a índices de desarrollo y seguridad social más favorables.
Los chocoanos somos conocedores del concepto en que, históricamente, el Gobierno Nacional ha tenido a nuestros dirigentes regionales. También sabemos que los catalogan de corruptos, ineptos e incapaces, esto por culpa de seudolíderes que, lastimosamente, han representado muy mal al departamento a nivel local y nacional. Entonces, a la luz de este panorama, amerita suplicar a los habitantes de esa hermosa región que se atrevan a alejarse de sesgos políticos absurdos y obsoletos, invitarlos a que no olviden que tanto para las próximas elecciones políticas, como para todas las que vendrán, se necesita pensar con la cabeza y no con el estómago. Asimismo, se necesita elegir a personas idóneas, transparentes y comprometidas con la región. Pero esto exige dejar el folclor a un lado, folclor que en ocasiones nos caracteriza a muchos chocoanos y que en ocasiones nos favorece, pero que no tiene cabida a la hora de elegir con seriedad el futuro del Chocó.
¡Se necesita, de una vez por todas, salir del limbo socioeconómico decadente que se viene padeciendo desde hace muchas décadas, precisamente para no seguir en las mismas!