Por Yesid Francisco Perea Mosquera
Después de pasar las festividades navideñas y de año nuevo, quisimos realizar un viaje de unos pocos días, en la intención de oxigenarnos y desde luego, conocer otros lugares de nuestro país; sin embargo, recordarán cómo hizo presencia, y de qué manera, la virosis en nuestra comarca, crisis de la cual no pudimos escapar, debiendo posponer la fecha para viajar. Con todo, antes de esto último, aportamos los documentos pertinentes para demostrarle a la compañía aérea que no podíamos viajar por prescripción médica.
Ahora, pasados esos momentos de incomodidad extrema en la salud, como consecuencia de la tal virosis, quisimos realizar el viaje, porque además, te colocan un tiempo perentorio para hacer uso de los tiquetes, y oohh sorpresa, nos están penalizando por el no uso de la ruta en la fecha inicialmente programada, a pesar, insisto, de haberles hecho entrega de los documentos que nos impidieron viajar en esa primera fecha; es decir, actuar con responsabilidad frente a la aerolínea y desde luego, ante los demás pasajeros de los vuelos que habríamos de realizar, y ante la comunidad en general, ha sido premiado con la penalidad conocida por todos, la cual equivale a más del 75% del tiquete; no hay derecho a una situación de esta, frente a lo cual cabe preguntarse dónde está la AEROCIVIL como órgano regulador de este tipo de acciones, propias de la situación dominante de las empresas aéreas que surcan los cielos colombianos, en desmedro del inerme ciudadano. Cuando los vuelos son cancelados por las razones que ellos se inventan, ¡quién los multa...!, no debería aparecer la Aerocivil, a través de sus funcionarios en todos los aeropuertos del país, para vigilar, regular y sancionar a la aerolínea por el incumplimiento frente al pasaje pagado por el usuario? Estas cosas son las que se convierten en caldo de cultivo para que se mantenga la desigualdad y sus consecuencias en nuestra nación.
Es que no puede caber en la cabeza de nadie que un acto de responsabilidad ciudadana, como aconteció en nuestro caso y de seguro, en el de muchas personas, no sea amparado por nuestra legislación, esa que plasmaban en los antiguos tiquetes en letra que solo era posible leerla con lupa, precisamente para que el pasajero no se enterara del contenido de esas disposiciones, traducidas en los derechos suyos; quiere decir lo anterior que la entidad reguladora del tráfico aéreo en el país, lo que debe es aplicar la norma. Ahora, con la digitalización de todo, incluidos los tiquetes aéreos, habrá la necesidad de realizar algunos ajustes para adecuar todo a los tiempos modernos, pero nada puede impedirle a esa aerocivil que haga lo que le corresponde, en defensa de los usuarios de los viajes aéreos. En igual sentido, esta entidad debería velar por el valor de los tiquetes aéreos, aspecto sobre el cual me pronuncié en escrito anterior, pero que el recurrente abuso de las empresas, nos obliga a tocarlo de nuevo; no puede ser justo que por un viaje en la ruta Quibdó-Cali por ejemplo, se tenga que pagar una cifra por encima de los ochocientos mil pesos, o de la capital chocoana a Medellín o Bogotá, como ha venido pasando; la muestra de que sí puede ser más cómodo ese valor para el usuario, son las promociones realizadas por estos días por algunas empresas, sin que se hayan realizado en las rutas más utilizadas por los chocoanos, muestra adicional del tratamiento desigual que siempre nos reservan. En fin, dolido por el tratamiento dado a un acto de responsabilidad, elevo mi voz de protesta en contra de las aerolíneas y de su organismo regulador, y respecto del abuso por su posición dominante, algo habremos de hacer jurídicamente, a ver si dejan de ser tan descarados.