¡CUIDADO!! UN NIÑO EN LA VÍA..!

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Por Yesid Francisco Perea Mosquera

Hay dos frases cuyo contenido debiera ser el pan nuestro de cada día; me refiero al sentido común. Pero esas palabras que se traducen como “la capacidad para juzgar razonablemente las situaciones de la vida y decidir con acierto”, no se ven reflejadas en la mayoría de los acontecimientos diarios y las decisiones de las personas en general y de algunas autoridades en lo particular.


Esta mañana, por ejemplo, debí acudir al centro de Quibdó, a realizar gestiones particulares y debí parquear mi vehículo a un costado de la vía, teniendo el cuidado de no obstaculizar el tráfico, en un claro acatamiento a las reglas de comportamiento y al sentido común, a la sindéresis; pero al reiniciar la marcha hacia mi lugar de trabajo, me encuentro con una camioneta Duster parqueada al costado izquierdo sobre el parque al lado de una entidad bancaria, en tan mal posición, que impedía el paso, dado que antes habían parqueado otro carro que, hay que decirlo, permitía el tránsito a los demás. Creo que su conductor al colocar las estacionarias, pensó que solucionaba todo, pero lo que me quedó claro fue la falta de sentido común de ese ciudadano, quien, al escuchar los pitos de los otros vehículos, llegó presuroso y con una especie de sonrisa que dejaba ver con claridad que estaba apenado.


Esa situación ocurrida en la mañana de este día, es para ilustrar de mejor manera, en qué consiste la sindéresis y cómo se la ataca sin ningún miramiento, como ocurre con los agentes del tránsito de la capital chocoana; veamos: en el barrio Medrano, sector el piñal, están construyendo un colegio, pero al parecer, ya hay aulas terminadas y está en funcionamiento el colegio (creo que es la industrial). Pues bien, hacia el mediodía se forman unos señores trancones por la salida de los alumnos y la presencia de los padres y acudientes, quienes llegan para recibir a sus muchachos, parqueando las motos a lado y lado de ese estrecho sector, limitando los dos carriles a uno; en varias ocasiones, debo decirlo, he visto a dos agentes del tránsito controlando el tráfico, pero en la gran mayoría de las veces no hay quien controle la salida de los niños y entenderán ustedes el desespero por el calor, el sol atormentador y el hambre, lo que da al traste con las buenas maneras y con la paciencia. El sentido común nos dice, nos grita que, a esa hora, los del tránsito tendrían que estar en ese sector controlando el tráfico, pues los grandes protagonistas son los más pequeños, esos hijos, sobrinitos, vecinitos que están buscando la oportunidad para, en compañía de los mayores o solos, atravesarse la vía principal de Medrano; para los agentes del tránsito no puede existir una misión más importante cada día, que la de velar por la seguridad y el cuidado de los niños de ese sector y de cualquier otro en el que se vea en riesgo la integridad física de un chiquillo.


Conozco al responsable de la movilidad en esta ciudad, y no tengo razones para dudar de su probidad, y acudiendo a ella, quisiera invitarlo a que tome las medidas necesarias para subsanar tamaña irregularidad, la cual podría desembocar-Dios no lo permita- en una tragedia cualquier día de estos; la presencia permanente de al menos tres hombres del tránsito, harán más fácil la salida de los niños del colegio y su regreso, sanos y salvos, a sus lugares de residencia, como que también harán más fácil para los padres de familia y acudientes, la misión de recibir a sus muchachos. Nada se pierde y se podrá evitar una desventura.

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