OTRA VEZ EN LAS CALLES

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Por Yesid Francisco Perea Mosquera


Los administradores regionales y locales del país, son las personas en quien la comunidad, en el respectivo departamento, ha depositado su confianza a través del voto, para ser representados, en el entendido que cuentan con la idoneidad necesaria para solventar las necesidades que agobian a un departamento o a un Municipio. Las necesidades a por resolver pueden referirse a lograr aquello de lo cual se carece o para liberar a la sociedad de lo que está generando pena y dolor, como se titulara un buen vallenato. Para el caso de nuestro dolido departamento, es claro que los mandatarios tienen la necesidad de obrar en ambos sentidos, pues carecemos de muchas cosas y de otro lado, necesitamos librarnos de tantas otras, como acontece, para enfatizar en esto último, con la situación de orden público que azota al pacífico colombiano, porque también Buenaventura, el Cauca y Tumaco, se suman a los padecimientos de la capital nuestra, Quibdó.


Por iniciativa de jóvenes ávidos de una vida tranquila, en paz y en armonía, se ha realizado otra marcha por las calles de Quibdó en la búsqueda del sosiego que la violencia le ha quitado a este pueblo, reconocido en el mundo por su cultura y alegría, si nos atenemos al reconocimiento de San Pacho como Patrimonio Inmaterial y Cultural de la Humanidad y a lo que representan estas fiestas en materia de alegría y gozo para la sociedad quibdoseña, chocoana, colombiana y mundial; no en vano, durante las fiestas de San Pacho, usted se encuentra con tantas personas cuyas pintas terminan por dejarnos en claro que no son colombianas, y eso se debe a la trascendencia de nuestras patronales. Pues bien, nuestros muchachos, entiéndase hombres y mujeres, no se han quedado quietos viendo cómo han caído tantos jóvenes de su mismo barrio, etnia, edad, escuela, colegio y universidad, producto de las balas generadas por esta espiral de violencia que nos tiene acorralados, encerrados, asustados y sin posibilidad de hacer vida social, especialmente ahora cuando, nuestro principal carcelero de los últimos siglos-el Covid19- ha aflojado su carrera de muerte y dolor, y creíamos tener la posibilidad de rehacer esa vida en comunidad, más allá de nuestras propias familias; los muchachos han vuelto a salir a las calles a protestar por el estado de cosas con las cuales nos han obligado a vivir quienes no debieran influir en nuestras vidas, pero que está demostrado lo han logrado, por encima de aquellos llamados a sacar el pecho para defender el imperio de la Constitución y la Ley.


Es encomiable la decisión de nuestros jóvenes, quienes seguramente, en más de un caso, han decidido no salir a las marchas en razón a la falta de resultados de sus esfuerzos; sin embargo, pese al hastío de muchos, otros continúan marchando y arengando por la vida, por la paz y la tranquilidad, dado que quienes debieran ofrecérselas, no pudieron brindárselas. Para esos espíritus inquebrantables van mis voces de aliento y mis más sinceras felicitaciones, pues no pueden olvidarse que en sus manos está nuestro futuro. Ustedes muchachos son testigos de excepción, de cómo, quienes debieran llevar las banderas ante el gobierno nacional, brillan por su ausencia; que quienes debieran hablar por la situación del pueblo, callan sin razón válida, a pesar de ser los representantes y voceros de sus comunidades; ustedes deben mirarse en ese espejo para no repetir los mismos errores. No puede ser que nada se diga por quienes debieran hacerlo o que no se sepa decir lo que se debiera cuando se ofrecen oportunidades; congratulaciones a ustedes muchachos por su valentía, y por favor, no nos dejen solos y más bien, continúen dándonos ejemplos de solidaridad, como aconteció en el caso de los trabajadores del San Francisco, a quienes aún no les pagan.

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