Por Yesid Francisco Perea Mosquera
Si hay algo que duele, preocupa y molesta en grado sumo, es el hecho de ir a recoger a su niño al colegio y encontrarlo llorando, golpeado, retraído y arrinconado, como consecuencia del mal trato que algún compañerito, normalmente mayor que él o de mayor tamaño, le ha infligido; en ese momento se tiene que hacer acopio de toda la paciencia y/o serenidad de parte de quien va a recoger al niño, a efectos de evitar una inadecuada reacción. En días recientes se entrevistó a una madre de familia, quien denunciaba en la radio el bulling o matoneo que le estarían haciendo a su hijo en un colegio de esta ciudad capital, y allí ella denunciaba que, incluso, los agresores le estarían exigiendo la consecución de una gruesa suma de dinero para no pegarle.
Es una situación muy compleja, porque, de un lado, los niños están viendo u oyendo la situación de orden público por la cual está atravesando su sector o ciudad, sin descartar la posibilidad de que, en su propia casa, se estén presentando hechos violentos, y de otro lado, no es descabellado la violencia al interior de su escuela o colegio, promovida por el líder de un grupo de estudiantes quienes deciden “montársela” al más pequeño, al piloso o al tímido, esos que nunca faltan en los salones de clase. La timidez es una situación que ocurre con mucha facilidad en una escuela, colegio e incluso, en la universidad y esa situación es aprovechada por otros para convertir el estudio de aquel, en una permanente tortura.
Antes, frente a esta situación, se decía que el acoquinado estaba “amoñado” y esa situación terminó, en más de una ocasión, con la reacción fuerte de aquel a quien le hicieron la vida imposible, y a partir de ese momento se acababa el matoneo y/o se invertían los papeles. Es una situación a la cual se le debe prestar mucha atención, porque las consecuencias pueden tornarse impredecibles para cualquiera de los lados y si a ello se le suma la participación de una madre o padre de familia, el asunto puede trascender; supongo que el área de psicología de los centros educativos debería tomar cartas en el asunto para evitar graves consecuencias. A usted lo amoñaron..?