JOSÉ MARÍA DAZA SÁNCHEZ
La expectativa que genera el Festival de Música Tradicional del Pacífico, Petronio Álvarez realizado y organizado en la ciudad de Cali, es iniciar por ver con quién se puede ir. Sabiendo que este año asistían ocho grupos musicales desde el Chocó y que entre ellos algunos muy conocidos, con los que he tenido la oportunidad de compartir, me decidí, con la complicidad de mi compañera de vida, por lo que busqué, por internet, el tiquete aéreo más económico teniendo en cuenta que es solo una aerolínea la que desde Quibdó nos lleva a Cali. La tarifa que logré por efectos de haberla buscado con un mes y medio de anticipación estuvo dentro del rango normal. Amigos que buscaron tiquete dos semanas antes del festival no lo pudieron hacer, primero, porque al doble, casi un millón de pesos y segundo, muy restringidos los cupos. Este sería el primer llamado: ¿Por qué nos manipulan las tarifas de ese modo y abusan del usuario? Hace tiempo venimos protestando por lo mismo y pasa nada.
A pesar de la gran confluencia de visitantes, conseguir habitación de hotel fue fácil, económico y bien ubicado. Para el caso del Festival Vallenato, las tarifas de los hoteles, se duplican y hasta triplican. El servicio de transporte en taxi, para los que no conocemos es relativamente más económico que un servicio en Quibdó, donde le cobran lo que quieran. Allá son respetuosos, amables y cobran por taxímetro, no por la cara del usuario.
La comida, ni hablar. Los manjares que se consiguen en las instalaciones del Coliseo donde se desarrolla el Petronio, decir que son exquisitos es redundar. Algo costoso, pero pues la gente viene de diferentes partes del Pacífico y obvio que debe recuperar su inversión. Además, porque estamos es de goce, “viviendo sabroso”, así que, si no puede por ahí, hay muchos sitios para comer, desde restaurantes con menú ejecutivo, como centros comerciales con zonas de comida de todo orden.
Y de la seguridad ni que hablar. Muy bien. Presencia permanente y muy efectiva de la policía nacional, la que merece reconocimiento especial, además porque la gente va es a gozar. Ni una bronca, ni discusión. Una muestra de que, si podemos vivir sin discriminaciones y con respeto.
Encontrarse, en los eventos de presentación de los participantes, con amigos que muchas veces ni viviendo en Quibdó nos vemos u otros que van de otras ciudades, es lo más maravilloso, las expresiones, los abrazos, las historias que se cuentan, el compartir unos tragos de tomaseca, arrechón, viche curado, acompañado de unas empanadas de camarón, en fin, una ricura.
La organización para atender tanto participante y a todos, su habitación de hotel, su transporte, su alimentación no es fácil y la Secretaría de Cultura de Cali y la organización lo lograron, además del apoyo a los participantes de la feria de comidas, artesanías y bebidas ancestrales. Nos quedamos en que el Festival Musical Antero Agualimpia nos quedó grande. El Petronio inició después y vea donde va.
Vivir el espectáculo de los músicos que representan al Chocó en esa tarima y escuchar los gritos de alegría y ver esa expresión en los asistentes, bailando y vitoreando es lo que nos hace estremecer. No importa el aguacero, ¡ya estamos acostumbrados!
Una vivencia periodística fuera de órbita, haciendo algunos Facebook Live con el grupo ganador de esta versión, Son Bacosó y del grupo Son y Sabor, que entregó la corona como rey de la modalidad de chirimía de clarinete y otros hechos como la entrevista al gran músico, cantante y compositor Beto Saa, fue una gran experiencia. Ese orgullo con que representan a su terruño, es indescriptible y gozar presencialmente el triunfo de tres (3) de los ocho (8) grupos asistentes sin palabras.
Felicitaciones al ganador Son Bacosó, segundo puesto Pichindé de Condoto y tercero Golpe Chocoano.
Tiene su lunar, claro está. Saber que los músicos que fueron desde Condoto, Istmina y Quibdó, los enviaron en unos buses vetustos, que se vararon y demoraron en la carretera, es algo inaceptable. Si quieren hacer algo por ellos desde la gobernación o desde las alcaldías, no muestren el cobre. Un viaje normal de diez (10) horas, llevarse dieciocho (18) es inhumano. Gracias por poner el transporte, pero así no. No puede ser que todo sea “limosniado”. Están representando a su municipio y a su departamento y lo hacen con mucho honor y orgullo.