Por Yesid Francisco Perea Mosquera
La palabra estrategia encierra varios significados, por lo cual dejo en libertad a mis lectores para que consulten y se queden con la que mejor les quede. Por ejemplo, en la milicia, esta palabra siempre tendrá toda la vigencia entre los integrantes de la fuerza pública; por mi parte, y en el propósito de fortalecer escrito, me quedaré con esta definición: “Serie de acciones muy meditadas, encaminadas hacia un fin determinado”.
Por su parte, la expresión harakiri es una especie de “código de ética” de los samuráis, que desemboca en el suicidio, acto voluntario utilizado para morir con honor, en lugar de caer en manos del enemigo…”. También esta definición puede ser ampliada por la curiosidad investigativa de cualquier lector; sin embargo, las dos ilustraciones pretendo aplicarlas a la cosa política, tema encontrado hoy en cualquier casa, esquina, cafetería, zaguán, etc.
No sé si es estrategia o si estamos frente a la figura japonesa del harakiri, lo que están haciendo algunos aspirantes a integrar corporaciones públicas de elección popular o a regir los destinos de alcaldías y gobernaciones; la inquietud de este servidor se relaciona con las informaciones recibidas y por la propia percepción, relacionadas con caravanas integradas por carros particulares, buses y busetas contratadas por el candidato, a efectos de trasladar a muchas personas de un lugar distinto de aquel por el cual va a aspirar y de esta manera hacer creer que tiene la cauda electoral a su favor. Eso no es otra cosa que trashumancia electoral, si se hace inscribir la cédula para votar en lugar distinto a aquel en el cual se reside, con lo que, ese candidato, se puede colocar al margen de lo dispuesto por el Código Penal en materia de fraude, o una estrategia errada cuando se pretende demostrar una militancia superior a la que en verdad se tiene.
Con esta información, concluya usted amig@ lector, si quienes están operando de esta manera están aplicando una buena estrategia o se están haciendo el harakiri.
